jueves, 27 de febrero de 2014

Proteger lo nuestro

En una ciudad con un pasado histórico tan variado como es el caso de Oviedo, es un dolor ver como los responsables del conjunto patrimonial hacen poco o nada por él.
Hace unos días, la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados, también conocida como Santullano, ha aparecido una vez más con graffitis en tres de sus muros exteriores. Qué lleva a una persona a hacer algo así es incomprensible, pero más todavía que un edificio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1998 no goce de mejores medidas de seguridad. Con un simple ejercicio de reflexión, cualquiera se daría cuenta que para la preservación de un edificio no es precisamente lo mejor: primero, plantar en 1970 una autopista; segundo, colocar unos focos de dudosa interpretación; y tercero, esperar que el edificio siga en pie porque sí, obviando tanto restauraciones como medidas preventivas.
Estamos hablando de una iglesia de más de 1000 años, un edificio singular lleno de dudas y enigmas, como la mayor parte del prerrománico asturiano, que además alberga en su interior un conjunto de pinturas murales conservadas casi en su totalidad con un profundo significado simbólico. Se trata de uno de los últimos testimonios de pintura altomedieval, junto a los ya escasos restos de San Miguel de Liño (o de Lillo) en el Naranco.
Supongo que no podemos esperar más en una ciudad donde los bares de copas se encuentran en el casco antiguo, donde hasta el 2013 se celebraban los conciertos de las fiestas de la ciudad al lado de la catedral gótica (otra pieza única) y donde todo es susceptible de ser derribado en favor de edificios desproporcionados, caros, y por supuesto, blancos.

Necesitamos que nuestro gobierno sea consciente del importante patrimonio que tenemos la suerte de poseer los asturianos, aprenda a cuidarlo y a sacarle partido con provecho y evitando perjudicarlo.  

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